El pasado 6 de octubre se realizó un encuentro en la Legislatura Porteña por la Regulación del Ejercicio Profesional de las/os Licenciados en Obstetricia en Capital Federal; en apoyo al Proyecto de Ley 1883/17 “de regulación del ejercicio de la actividad de las/os profesionales obstétricas/os y las/os licenciadas/os en obstetricia, como actividad autónoma y libre o en relación de dependencia en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires“.
En el mismo participaron dos de nuestrxs compañerxs (Lic. Obst. Francisco Saraceno y Violeta Osorio), junto al Dip. Pablo Ricardo Ferreyra: autor del Proyecto 1883/17. La Dip. María Inés Gorbea: Co-autora del Proyecto 1883/17. La Lic. Obst. Alicia Cillo presidenta del Consejo Superior del Colegio de Obstétricas de la Provincia de Buenos Aires. La Lic. Obst. Silvia Malena Corso presidenta de la Asociación Argentina de Parteras Independientes (AAPI). La Lic. Obst. Marina Lembo.
Compartimos los textos completos expresados por nuestrxs compañerxs con la intención de seguir sumando y apoyando la necesidad de una ley de ejercicio profesional que contemple a cabalidad la labor y capacidades de las parteras:
Lo que me convierte tal vez
en uno de los ejemplos más visibles de
la necesidad de contar con un marco de regulación de las incumbencias de las y
los lic. en obstetricia que contemple íntegramente la realidad de nuestra
profesión.
De la misma manera que a
ojos de la ley mi título sería inválido e imposible, muchas de nuestras
capacidades, nuestra autonomía e idoneidad y la dimensión real de nuestra labor
queda en un limbo que nos reduce a la inexistencia.
A nivel mundial desde hace
algunos años, el rol de la partera ha sido revalorizado e incluso, desde
diferentes organismos competentes, hacen hincapié en la necesidad urgente de
invertir en la formación y fortalecimiento de la partería, como estrategia para
salvar vidas, pero ante todo para transformar el actual sistema de atención
perinatal donde se ha patologizado y medicalizado de manera innecesaria los
procesos sexuales y reproductivos con el daño en la calidad de vida y bienestar
que eso supone para las mujeres y sus familias.La figura de la partera
reaparece en este contexto como la profesional idónea y autónoma en la
construcción de salud y modelos de atención garantes de derechos.
Sin embargo, en la letra de
la ley actual y lo que es más grave aún, en la práctica diaria y en la
construcción cultural alrededor de nuestra función y rol, las y los lic. en
obstetricia quedamos reducidos a ser concebidos como asistentes de los/las
médicos/as obstetras y así se resigna todo el potencial y aportes que podemos
realizar a la construcción de salud en comunidad y que de alguna manera estamos
en la obligación ética de plasmar.
Es urgente la promulgación de esta ley de ejercicio
profesional, pero no sólo como un fin en sí mismo sino como una estrategia, un
impulso para ampliar tanto en la formación, como en la práctica cotidiana
nuestras incumbencias y capacidades para retornar así a la verdadera esencia de
la partería que nos ubica al lado de la mujer y su familia como figura
privilegiada que da sostén y brinda asistencia en procesos trascendentales y
únicos.
Y así, revalorizar nuestra
labor no solo desde la capacidad de evaluar el estado clínico y atender desde
la parte médica en la que nos especializamos, sino desde el acompañamiento
vincular y el respeto por las decisiones informadas de cada mujer y familia y
de su entramado social y emocional, para construir salud de manera horizontal y
en su sentido más amplio.
Reencontrarnos con el valor
del trabajo integral, paciente, humano y cercano que engloba a la figura de la
partera.
Nuestra práctica es ante
todo, una labor de cuidado enmarcada dentro de la fisiología, la salud y la
sexualidad femenina. Todos ellos, terrenos que la cultura patriarcal ha
pretendido anular y manipular, socavando así el poder de las mujeres. Perdimos
terreno en la ley, porque mucho antes lo perdimos en la práctica cotidiana. Y
resignar nuestra autonomía y lugar en la atención perinatal ha significado que
el campo de nuestro ejercicio profesional se convirtió en un espacio para
desplegar conductas aleccionadoras y patologizantes.
Podemos ser, junto a las
mujeres y familias un bastión de resistencia y cambio frente a este modelo de
atención perinatal. Pero para ello, además de
una ley es indispensable construir espacios de unión y cuestionamiento profundo
del sistema de salud y nuestro lugar en él. Como profesionales es imperioso ser
agentes de cambio en la construcción de nuevos modelos de atención en salud que
den respuesta a las necesidades y deseos de las mujeres y familias. Es nuestro
compromiso ineludible materializar este proyecto de ley en el territorio, ganar
cada palabra en nuestra labor, para hacer de nuestra práctica diaria un
ejercicio de garantía de derechos para quienes tenemos el privilegio de
acompañar.
La partería es un ejercicio
político en nuestra práctica diaria tenemos la posibilidad de garantizar
derechos o vulnerarlos. Que el espacio que ganemos con esta ley no se
transforme en privilegios de ambo, sino en derechos, salud y bienestar físico,
emocional y psicológico para las mujeres y familias que asistimos. Esa es
nuestra razón de ser y el motivo profundo por el que cada vez más mujeres y
familias eligen la atención de lic. en obstetricia.
Muchas gracias.
Mi nombre
es Violeta Osorio, soy activista por los derechos sexuales y reproductivos de
las mujeres y sus familias, integrante de Las Casildas, el OVO y Fortaleza´85.
Pero ante todo, la razón más
importante que hoy me convoca es que durante el embarazo, parto y posparto de
mi hija menor elegí ser acompañada exclusivamente por parteras. Sé de su valor,
su inmensa labor, su idoneidad y compromiso porque lo viví, porque como familia
tuvimos la certeza de que contar con su asistencia era, es y será la
mejor elección.
La
partería cumple un rol fundamental en la atención y acompañamiento de los
procesos sexuales y reproductivos de las mujeres y nuestras familias. En la
figura de la lic en obstetricia se compaginan las capacidades médicas, clínicas
y su idoneidad para asistir estos procesos, y, sobre todo, una mirada que
entiende el potencial y la trascendencia de dichos momentos porque los asume
como hechos sanos, fisiológicos y de gran impacto emocional para sus
protagonistas, mujer, bebé, familia. Se trata además de una profesión que nació
en el confín de los tiempos desde la intención de acompañar y formar un vínculo
cercano, horizontal y de confianza, que garantiza el protagonismo de las
mujeres en la construcción de su salud y bienestar y favorece el pleno acceso a
derechos.
No puede
extrañarnos entonces, que dentro de una sociedad patriarcal y misógina la
figura de la partera, una especialidad conformada mayoritariamente por
mujeres y para mujeres, haya sido relegada e invisibilizada, supeditada incluso
a la tutela de los médicos obstetras bajo la creencia cultural, social y
mercantilista de que son sus asistentes. Algo que la ley actual de ejercicio
profesional reproduce bajo el nombre de “colaboradora del médico” y que en el
ámbito institucional privado se expresa de manera más contundente.
No solo
se trata de una cuestión de título o nombre. Este hecho a todas luces injusto
con las profesionales y con las usuarias del sistema de salud, se traduce
diariamente en un modelo de atención perinatal que ha convertido al embarazo,
parto y posparto en patologías y al cuerpo de las mujeres y nuestros hijos e
hijas en máquinas falladas que deberán ser intervenidas e invadidas de manera
rutinaria, comprometiendo gravemente nuestra salud física, emocional y
psicológica. Un modelo de atención en crisis que reporta altos índices de
iatrogenia y constante violencia obstétrica.
Las
mujeres y nuestras familias necesitamos y exigimos profesionales de la salud,
en un sentido amplio y no de la medicina en su mirada limitada y
segmentada para así construir modelos de atención garantes de derechos y
basados en la evidencia científica. Necesitamos entonces, lic. en
obstetricia reconocidas como profesionales capaces, responsables, autónomas e
idóneas, que puedan acompañarnos de manera integral e independiente tal y como
marcan las recomendaciones internacionales, y lo que es tal vez más importante,
respondiendo a los deseos y pedidos de las mujeres/familias.
Que las lic. en obstetricia sean reconocidas en su autonomía e
idoneidad, que tengan un marco regulatorio consecuente y acorde a su
labor e importancia no es solo una ganancia concreta para nosotras como
usuarias del sistema, sino que es un avance de gran importancia para todo
el sistema de salud, actualmente colapsado y en crisis. Según reportes de la OMS
por ejemplo, las parteras salvan vidas tanto de las mujeres, como de nuestros
hijos e hijas y su atención disminuye considerablemente los índices de
intervenciones y medicalización de rutina, lo que conlleva un mayor reporte de
bienestar físico, emocional y psicológico y satisfacción con respecto a la
experiencia. Esto se traduce en salud y bienestar a corto, mediano y largo
plazo de toda la población.
Son, categóricamente las profesionales idóneas para encabezar el urgente
y necesario cambio de paradigma de atención perinatal. Una construcción que
legítimamente debe realizarse de manera mancomunada y horizontal con mujeres y
familias.
El Estado argentino y el sistema de salud no puede seguir haciendo oídos
sordos a esta realidad, se trata de una deuda enorme con las mujeres, tanto
como profesionales, como ciudadanas.
Muchas
gracias
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